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Cómo practicar la sororidad

Feliz Día Internacional de la Mujer


Ignoramos nuestra verdadera estatura

hasta que nos ponemos en pie

Emily Dickinson


Por Luz Virginia Bueno

Cuando era pequeña y comenzaba a abrirme camino en el mundo, pensaba que era más fácil ser hombre. Eran fuertes, valientes, podían ir seguros por caminos solitarios, eran independientes y tenían libertad antes que las mujeres. Parecía que ellos tenían todo más fácil. Hoy, en el Día Internacional de la Mujer debo decir que estaba completamente equivocada, era claro que en esa época no lo sabía. Lo descubrí después observando a las mujeres de mi vida y con el ejemplo de mi padre.

PINTURA EN ACRÍLICO TITULADA: "TIEMPO" DE BRIANDA FITZ-JAMES STUART

Cuando digo que estaba equivocada me refiero a que en ese tiempo las mujeres no tenían el rol que fueron adquiriendo. A la única mujer que recuerdo montada en un macho (mula), con sus espuelas puestas, usando un arma en un cinto y viajando sola desde un pueblo a una aldea, allá en Olancho, se llamaba Dominga. Era claro que podía enfrentar a cualquier hombre, y ellos lo sabían. La saludaban con respeto y cuando les daba órdenes actuaban de inmediato.


Estaba casada y su esposo también la respetaba. Con solo verla se notaba que era de armas tomar, quizás el lugar y las circunstancias la obligaron a hacerse notar y a crearse esa autoridad.


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Las demás mujeres en el ambiente en el cual viví cuando era niña eran amas de casa. Las únicas que trabajaban fuera eran las profesoras. Desde el hogar trabajaban duro preparando la comida para su esposo e hijos, para sus empleados que se iban a laborar al campo. Cuidaban a los hijos y eran administradoras. Aún hoy en Honduras y en otras partes del mundo hay mujeres que siguen haciendo esa labor.


Somos afortunadas; sin duda, de ser mujeres. Mi madre, mis abuelas, mis hermanas, mis tías, primas, sobrinas, amigas, compañeras de trabajo... he vivido rodeada de mujeres fuertes, valientes, amorosas, creativas, trabajadoras, buenas personas, autónomas, seguras, creativas, guerreras, divertidas, resilientes... y me quedo corta describiendo lo imparables e increíbles que son. Basta con ver a las que tenemos más cerca para darnos cuenta.


Hace unos días me preguntaban en la reunión del club de lectura "La fuerza está en vos" si mi padre había forjado mi carácter, lo pensé por un momento y luego caí en cuenta de que jugó un rol fundamental en mi vida, fue un hombre rudo, de campo, pero sabía tratar a una mujer. Fue un caballero que me enseñó lo que merecía en la vida, eso sí, lo hizo con su ejemplo: honrando, respetando, colaborando en las tareas del hogar y cuidando a mi madre. Dejó el listón bien alto.


Las palabras más amables que mi padre me dijo: mujeres como tú extinguen océanos. Rupi Kaur

Creo que uno de los retos más desafiantes que tenemos hoy en día las mujeres es la sororidad, necesitamos darnos cuenta de que podemos brillar y ayudar a otras a hacerlo. Cada mujer es única, cuando veamos eso seremos más fuertes, destacaremos más y el mundo será un lugar mucho mejor. Debemos levantar nuestra autoestima y ser menos machistas, a veces lo somos más que los hombres y eso es por el ambiente en el cual muchas crecimos.


Eduardo Galeano escribió "Fuegos" en el "Libro de los abrazos" -un extraordinario libro, por cierto- comienza:


"Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores..."

Y así es. El concepto de feminismo desde mi punto de vista se ha ido a los extremos, no tenemos que ser etiquetadas con él si no queremos, solo seamos más amigas, más compañeras, más generosas entre nosotras.


Formas de practicar la sororidad


- Ayudar a otras mujeres a salir de la violencia de género

- Motivar a las mujeres a ser autónomas

- Inspirar a las mujeres para que alcancen la autorealización

- Alentarlas a ser seguras de sí mismas y a que valoren su capacidad

- Evitar hablar mal de otras mujeres

- Ayudar y no obstaculizar el camino de una mujer que está triunfando

- Evitar reproducir juicios sobre las mujeres



Poema de Clementina Suárez

Melancolía

Madre o hermana mía, taciturna y huraña

que has hecho luminosa tu pobre soledad

que suavizaste el quejido y acallaste la saña

y ofreces a los tristes tu sombra de piedad.


Quiero que me lleves en tu barca sombría

por los mares ignotos donde todo es inerte

donde reina la noche y muere la alegría

a los vastos dominios de donde impera la muerte.


¡Abre tus brazos! ¡Oh gran melancolía!

y deja que mi vida se envuelva en tus saudades,

así tu gran tristeza del brazo con la mía

puede ser que den vida a nuevas claridades.


Deja que recueste mi cabeza cansada

sobre tu regazo de paz y santidad,

que me olvide de todo, lo que me absorba la nada

que se esfume mi vida en tu gran soledad.


Deja que me abrace a tus sombras tranquilas,

que me pierda en tu seno y explore tus arcanos

que me sacien de silencio mis hambrientas pupilas

y de suavidades mi temblorosas manos.


Enséñame la senda melancólica hermana

que va hacia los silencios y las renunciaciones

que nos lleva a esa tierra misteriosa y lejana

donde hallan paz y sosiego los tristes corazones.

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